Aunque en otoño ya son buenas, las preferimos con el duro frío del invierno.
Ideales para los que tienen colesterol alto, pero también para combatir problemas de hígado, corazón y áciso úrico.
Las hacemos a la brasa, las presentamos muy limpias, sin cabeza ni cola y las servimos aliñadas con una picada de frutos secos.